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sábado, 12 de octubre de 2013

El cuartel

La entonces Avenida de Federico Anaya conectaba la antigua ciudad con la nueva Salamanca del barrio Garrido. La entonces nueva Avenida de Portugal había sido la vía del tren hasta poco antes, así que todo lo que se encontraba más allá tenía un cierto aire extramuros.

Federico Anaya suponía la transición entre los dos mundos y tenía algo del uno y del otro. Tenía muchos, muchísimos edificios modernos (del moderno de los años 60 y 70) y altos (lo que llamamos alto en Salamanca). Podría haber sido una calle moderna y monótona, una especie de Avenida de Portugal Norte-Sur. Por suerte, por aquel entonces conservaba aún algunos vestigios de su ayer, de cuando aún no conectaba la Salamanca de siempre con la Salamanca del futuro. Y esos edificios le daban un aire completamente distinto al que habría podido tener.

A la entrada estaba el cinema Taramona, del que ya he hablado (con nostalgia) en un post anterior. Casi al final, a mano izquierda, estaba el cuartel. El en aquellos tiempos cuartel de caballería, que,  a juzgar por el escudo de su fachada principal, debió de haber sido cuartel de infantería en un ayer más lejano.



Tomado del Blog El mirón de la obra

En verano, cuando ya podíamos volver a casa más tarde, el cuartel era un espacio de oscuridad y de silencio en medio de una Avenida iluminada y en la que había aún bastante animación.  Claramente desplazado, un complejo construido para estar en las afueras, que, por fuerza del crecimiento de la ciudad, se había quedado en medio de un barrio bastante denso. A la entrada del cuartel, dos casitas de dos pisos. En otros tiempos vivirían allí los coroneles, o los generales, qué se yo. Tiempos como los de las películas de Sissi, con soldados de elegante uniforme paseando por el parque, donde una banda militar toca valses en el kiosco de la música. Unos tiempos que no sé si alguna vez pasaron por Salamanca.


El antiguo gobierno militar. Tomado del blog El mirón de la obra

Lo que sí recuerdo es que en aquel entonces, en los 70 del siglo XX, las dos casitas nos parecían anacrónicas. Una de ellas, la más al norte, era entonces el gobierno militar. Y la otra, la del sur, no sé lo que sería, pero parecía vacía la mayor parte del tiempo.

El cuartel hace tiempo que desapareció, sustituido por el Corte Inglés. Donde, si te interesa la época de Sissi, puedes comprarte el DVD. Y ese remanso de silencio y de sombra que interrumpía la Avenida de Federico Anaya, ya no existe.

Un vecino bloguero, Cándido García, siguió desde un edificio contiguo todo el proceso de transformación del cuartel en gran almacén, de la sombra en la luz. Sus observaciones las ha compartido con todos nosotros en su magnífico blog El mirón de la obra.

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