Una aclaración para los más jóvenes: el cine en color se había inventado muchos años antes y la mayor parte de las películas que se proyectaban en los cines eran ya en color. Lo que pasa es que a partir de los sesenta empezamos a pasar mucho más tiempo delante de la pequeña pantalla y mucho menos delante de la grande. Y durante algunos años más la pequeña pantalla siguió siendo en blanco y negro.
La primera vez que vi una televisión en color fue durante las olimpiadas de Munich, en 1972. La tenían expuesta en Andrés Hernández (Zamora esquina a Brocense). Era, creo, una Telefunken y valía 120.000 pesetas de las de entonces (12.000 euros de los de ahora). Una pasada.
Pero la auténtica explosión del color llegaría dos años más tarde, durante el campeonato del mundo de fútbol en Alemania. Todas las tiendas de eletrodomésticos de la ciudad se llenaron de los nuevos televisores y nosotros pudimos ver, gratamente sorprendidos, los brillantes colores de los uniformes sobre el fondo del verde luminoso del terreno de juego.
A partir de entonces, cada vez hubo más televisores color en las casas y cada vez hubo más programas color en las parrillas de la mejor televisión de España (que diría "el Perich"). Durante algunos años, en los periódicos se publicaba qué programas eran en color y qué programas eran aún en blanco y negro, pero la práctica se abondonó hacia el final de la década, con la colorización total.
Por entonces éramos mucho menos viajados que ahora y estábamos convencidos de que había cosas que sólo nos ocurrían a nosotros, que en el resto de Europa todo era mucho mejor. A lo hora de la verdad, parece que nuestro retraso era bastante pequeño. Vale la pena, por ejemplo, echar un vistazo a la tabla de introducción de la televisión en color que puede encontrarse en Wikipedia: